3 Claves Tesalonicenses 5:3
Cuando ellos digan: “Paz y seguridad”, entonces llegará sobre ellos destrucción repentina, como los dolores de parto a una mujer embarazada, y no escaparán. Esta advertencia, dada por el apóstol Pablo en su segunda epístola a los Tesalonicenses, capítulo 5, verso 3, se refiere a un tiempo de gran confusión y engaño, en el que la gente buscará seguridad y paz, pero en su lugar, enfrentará una realidad muy diferente.
En este contexto, Pablo está hablando sobre los últimos días antes del regreso de Jesucristo, un período caracterizado por el aumento del mal, la apostasía y la presencia del “hombre de la iniquidad” o el “Anticristo”, como se le conoce en otras partes de las Escrituras. La promesa de “paz y seguridad” se refiere a la ilusión de estabilidad y tranquilidad que puede parecer prevalecer justo antes de que ocurran estos eventos catastróficos.
La imagen de los dolores de parto es particularmente poderosa. Al igual que una mujer embarazada no puede escapar del dolor y la intensidad del parto cuando llega el momento, la humanidad no podrá escapar de la destrucción y el juicio que vendrán. Esta metáfora subraya la inevitabilidad y la intensidad de los eventos que se describen.
Pablo hace este comentario en el contexto de su enseñanza sobre la segunda venida de Jesucristo y los eventos que la precederán. Está advirtiendo a los creyentes sobre el peligro de ser engañados por promesas falsas de paz y seguridad, especialmente en un mundo que se aleja cada vez más de los principios de Dios.
La relevancia de este versículo para los creyentes de todas las generaciones radica en su llamado a la vigilancia y a la preparación. Pablo anima a los creyentes a mantenerse firmes en su fe, a estar preparados para los tiempos de pruebas y a no dejarse engañar por las promesas del mundo, que pueden parecer atractivas pero que, en última instancia, carecen de sustancia y verdad.
En un sentido más amplio, 2 Tesalonicenses 5:3 sirve como un recordatorio de que, como creyentes, debemos buscar nuestra paz y seguridad en Dios, y no en las circunstancias o promesas del mundo. Esta verdad es tan relevante hoy como lo era cuando Pablo escribió estas palabras, ofreciendo un llamado a la fe, la esperanza y la confianza en medio de la incertidumbre y el caos.